El 11 de septiembre de 1973 se consumó en Chile el golpe de estado encabezado por Augusto Pinochet. Sobran pruebas de que el gobierno de Estados Unidos, dirigido por el presidente Richard Nixon y su secretario de Estado Henry Kissinger, influyeron decisivamente en grupos opositores al Presidente constitucional Salvador Allende, financiando y apoyando activamente la realización del golpe de Estado.
Tras el bombardeo de la sede presidencial, con la muerte de Allende se inició una terrible dictadura militar que se extendió hasta 1990. Las consecuencias económicas, políticas, sociales e ideológicas, continúan hasta hoy.

El programa de gobierno de UNIDAD POPULAR que había ganado las elecciones de 1970, proponía entre otras cosas, nacionalización de empresas y fábricas, minas de salitre, hierro y del estratégico cobre –que representaba el 75% de las exportaciones del país -, y la realización de la reforma agraria para terminar con los grandes latifundios. También un programa de reformas en materia educativa que para 1973 ya había logrado que el número de estudiantes universitarios aumentara un 89% en relación a 1970. Eso no lo pudo soportar la derecha chilena que optó por la estrategia del golpe de Estado para salvar sus privilegios.
Consumado el golpe, de la mano de economistas formados en la Universidad de Chicago (los “Chicago Boys”), y a través del “Proyecto Chile”, financiado por la Fundación Ford y organizado por el Departamento de Estado de Estados Unidos se llevó adelante una reestructuración total de la economía. El gobierno de Pinochet impuso una desregulación drástica de la economía que desembocó en desempleo masivo y una concentración de la renta en favor de los sectores económicos más poderosos, disponiendo la privatización de bienes públicos, lo cual fue posible aplicando un duro esquema de represión sindical. En los primeros tres años de la dictadura, llegaron al país préstamos por 141.800 millones de dólares del Export-Import Bank y otros bancos extranjeros, y 304.300 millones de dólares del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo. Allende en sus tres años de gobierno, solo había recibido poco más de 16 millones de dólares provenientes de estos mismos actos financieros.
Es en base a los resultados obtenidos con “el experimento chileno”, es que se decide avanzar de lleno en el proyecto neoliberal que se extendió por todo el mundo con las consecuencias que están a la vista.
Por eso el 11 de septiembre es un día para la más profunda reflexión por parte de los pueblos americanos y de todo el planeta. El imperialismo que planificó y ejecutó aquel golpe de estado, utiliza ese método violento cuando lo considera necesario, pero prefiere socavar la democracia y la soberanía de los estados a los que somete o pretende someter, para ejercer su poder como lo vemos hoy en gran parte de nuestro continente, imponiendo sus condiciones mediante gobiernos títeres, incluidos los de los llamados partidos “progresistas”, que posan como de izquierda, pero que se han vuelto claramente neoliberales.

Al cumplirse 46 años de una fecha tan tristemente marcada en nuestra historia, corresponde redoblar esfuerzos para resistir el avance de un modelo socioeconómico nefasto que mostró toda su crueldad aquel 11 de septiembre de 1973.
Treinta y Tres, septiembre 10 de 2019
Aníbal Terán Castromán
Vocería del Partido Humanista, integrante de Unidad Popular
092 916 334, ateran@adinet.com.uy
(Adjunto foto del bombardeo a la sede del gobierno chileno, la última foto de Allende con vida y al dictador Pinochet pasando revista a sus tropas)