Malcon X, un líder social norteamericano asesinado en febrero de 1965, ya lo advertía: Si no tenemos cuidado, los medios de difusión “pueden hacer que amemos al opresor y odiemos al oprimido.” Esa frase sintetiza muy bien el rol de muchos medios que están al servicio del poder hegemónico con la tarea de entretener, engañar y promover la sumisión del pueblo. ¡Y qué bien hacen su trabajo!
En Uruguay todos sabemos cómo se construye lo que comúnmente se llama la “agenda informativa.” Hay dos o tres medios escritos y otros tantos radiales y televisivos que se encargan de generar un menú de noticias principalmente policiales y políticas de tal modo que parece ser que todo lo importante que ocurre está bajo su atenta mirada. El resto de los medios – con honrosas excepciones- opera como repetidor de ese menú cotidiano que resuena así en todos los rincones del país. Ese modo de ordenar y jerarquizar la información, es presentado como el orden y la jerarquía que naturalmente merecen los hechos según los profesionales de la información. Eso induce lo que se suele llamar “opinión pública”, al determinar de qué hablará la gente y por tanto en qué temas pondrá atención. De esa forma sin ninguna sutileza, se le marca a la sociedad la temática que los mantendrá ocupados.
Esa manipulación que incluye una alta dosis de miedo por la seguridad personal, fue denunciada por el Psicólogo francés Michel Foucault, fallecido en junio de 1984, quien decía: “Cuanto más miedo en la población, más aceptable se vuelve el sistema de control policial.” Eso lo vemos hoy con el apoyo que tiene la reforma constitucional “Vivir sin miedo”. Muchos ciudadanos están dispuestos a sacrificar libertades y privacidad si ese es el precio que deben pagar por más seguridad. ¿Cuánto de ese miedo que los lleva a apoyar una reforma que no ataca las raíces del problema de la violencia social, es fruto del trabajo persistente de los medios que ponen constantemente su foco en lo que comúnmente se lama “la crónica policial”?
Hay otro aspecto del tema “democracia y medios” que merece especial atención. Es el de la supuesta democratización del derecho de expresión. En teoría, todos los partidos políticos están en igualdad de condiciones para dar a conocer sus ideas. En la práctica la gran diferencia la hace el dinero que cada uno de ellos disponga para contratar espacios en los medios. Quien tenga más dinero, podrá comprar más espacios con lo que su mensaje llegará a más personas con mayor persistencia. ¿Es eso democrático? Claramente no lo es, sin embargo estamos acostumbrados a aplicar las reglas del mercado en la política y no es el derecho de expresión lo que prima sino el poder económico, la capacidad de contratar asesores, diseñar estrategias, inundar las mentes de la población con bonitos jingles y vistosa cartelería. Ello conduce a que la campaña electoral no sea un tiempo de propuestas y reflexiones, sino un festival publicitario en el que estará en ventaja quien más recursos financieros tenga.
Sin duda que este estado de cosas que los humanistas llamamos “democracia formal”, debe ser sustituido por la “democracia real”, el gobierno del pueblo para el pueblo y por el pueblo. En este momento electoral que vive el país, con ese objetivo estamos trabajando para lograr la ansiada banca humanista en el parlamento de la República, donde aspiramos a desarrollar una acción política que potencie y multiplique lo que hasta ahora ha hecho la Unidad Popular con un solo Diputado. Lo que ha hecho Eduardo Rubio es apenas una muestra de lo mucho que se puede hacer en el próximo quinquenio con Lorena Casco como la primera Diputada humanista del Uruguay.
Ciudad de Treinta y Tres, Setiembre 20 de 2019
Aníbal Terán Castromán
Vocería del Partido Humanista
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