Lo del 1 de octubre entre Lacalle y Martínez se pareció mucho a un espectáculo de malabarismo entre representantes de dos escuelas competidoras. Sirvió para confirmar que sus propuestas solo tienen ligeros matices, acentos o diferencias de estilo, pero son iguales en su esencia.

Según el diccionario, un debate es una “discusión en la que dos o más personas opinan acerca de uno o varios temas y en la que cada uno expone sus ideas y defiende sus opiniones e intereses”. Eso se puede dar perfectamente sin los ribetes de espectáculo que tuvo este “debate”.

Los humanistas creemos que no está mal que los presidenciables debatan, pero nos parece innecesario montar para ello un show mediático con formato comercial. La “democracia real” a la que apuntamos no es la del marketing publicitario donde importan tanto la pose, las luces, la música y la escenografía.

Es más, pensamos que el realmente necesario, el imprescindible, es otro “debate”, uno horizontal y fraterno entre orientales de a pié bienintencionados y conocedores de la realidad cotidiana del país, que debe darse entre vecinos, compañeros de trabajo y amigos. No concebido como una competencia, sino como un diálogo abierto y enriquecedor, sin el fin de derrotar sino de unir. ¡Qué lindo ese intercambio mano a mano, cara a cara! ¡Cuánto se aprende escuchándose mutuamente entre conciudadanos!

Creemos que ese debate es un hermoso aprendizaje mediante el cual hay que buscar el camino para aplicar un modelo realmente distinto, el modelo popular, que no representa ninguno de los dos presidenciables que entretuvieron al público con su actuación el pasado 1 de octubre.

Aníbal Terán Castromán
Vocería del Partido Humanista, integrante de UNIDAD POPULAR
092 916 334, aterna@adinet.com.uy

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